Salir un fin de semana cualquiera de febrero, pues es algo normal. Salir con un grupo de amigos del máximo nivel y pasar un día para dejar archivado pues es otra cosa…
En principio, lo que sería una quedada normal, empezó a convertirse en una gran quedada, y es que el grupo con el que te juntes va ha ser casi el 90% del día. Y es esto lo que nos hace a los moteros vivir más, de manera mas «chula», pasar grandes ratos y querer repetirlos una y otra vez.
Evidentemente elegir el destino es fundamental, y mas cuando son destinos cercanos, de esos de ida y vuelta en el mismo día.
Mi socio y amigo Andrés nos había sugerido ir a este singular lugar. Al Valle perdido de Serón. La localidad se llama El Valle. Y el lugar donde estuvimos comiendo, «El Valle Perdido de Serón». Que sin duda otorga a esta pequeña pedanía no solo de mas nombre sino que además otorga un rango de alto nivel a este pequeño enclave.
Un día cualquiera para ir al Valle Perdido
El día no podía empezar mejor, ya que nos reunimos en la churrería «La niña alegría» cosa buena de churros que ponen allí. Con el tiempo de cara y unos grandes amigos, nos tomamos un delicioso desayuno de churros con chocolate como ellos saben hacerlos. Tremendo….
Y empezamos los primeros kms, dirección Calar Alto. Como no, había que sentir el fresco y el aire tan puro que nos ofrece esa altitud. Dimo un paseo por el lugar y nos dejamos curar como buenos jamones de Trevélez.
Continuamos dirección Las Menas, otro singular paraje de esta nuestra Almería, con tantos y tantos rincones bellos y cargados de paisajes preciosos. En este lugar dimos con un restaurante e hicimos una parada como no podía ser de otra manera. Refresco y continuamos.
El Valle perdido de Serón
Sin duda la estrella del día aun estaba por llegar. Cuando después de sinuosas carreteras llegamos a esta pedanía, había algo que se apreciaba nada mas entrar en este «espacio» y es que como no frenaras te salias de la aldea. Un lugar, cuyas casas escalan la pequeña montaña. A sus pies esta carretera que no es si no un mero tramite para darle al pueblo su color gris de turno.
Por fin, llegamos al restaurante, nos recibió Mirella y Antonio, regentes del lugar. Muy amables y simpáticos, nos acogieron en su casa, porque literalmente este lugar es su casa. Dotado de unas habitaciones para los que quieren y buscan un fin de semana de descanso absoluto y para los que ansían disfrutar de una gastronomía singular y sin carta donde elegir. Has leído bien, SIN CARTA. Lo cual lo hace todo muy particular y singular. Así que has de dejarte caer en la sorpresa de lo que te ofrecen. Fresco, bien preparado, bien presentado y exquisito. Podría seguir escribiendo densas líneas culinarias sobre este asunto…. pero simplemente ve y disfrútalo.
Si por casualidad no lo disfrutas, a lo mejor es que no eres motero o que no vas con la gente o aptitud adecuada. Si es así pues háztelo mirar , jajajaja.
Saludos mundo.
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